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jueves, 10 de enero de 2008

Capítulo Uno.

En una humilde aldea una joven, la cual acababa de ser mama, de dos hermosos gemelos, a los que había puesto el nombre de Electra y Alexander, y por los cuales se encontraba en la situación de tener que abandonar el hogar que ella había dado el nombre de suyo durante todo el periodo de su joven vida.

La joven se llamaba Ibo de Gaulle, se la consideraba una hechicera del nivel más alto conocido por los humanos. Nació en una familia donde la magia y la brujería era lo habitual. Ibo era consciente de que su lugar en esta vida no era debido a su gran poder familiar sino a su faceta como madre, a pesar de lo que todos llegaran ha pensar de su unión con el demonio llamado Gwydion, de la cual salieron los gemelos codiciados por todos. La madre de Gwydion la reina de los demonios llamada Thanisis, como su señora mentora la druida Bodhmall, la maestra de ella y su hermana Riannon, esa gran señora que a pesar de sus delicadas maneras de llamar las cosas, sus pretensiones eran las misma que la de la arpía de la oscura señora. Ambas deseaban a los retoños para usarlos por su gran poder y sus fáciles manejos al ser dos seres tan pequeños, y la madre su discípula, eran moldeable, (gran error puesto que conociendo a la joven dama era de saber que ella defendía a los suyos con toda su persona es decir con la propia vida, y no había nada mas suyo que un hijo).

Ibo era una joven de gran belleza tanto física como espiritual, cosa que había resultado magia en el joven demonio. De estatura media, formas redondeadas, donde destacaba la estrechez de su cintura y la amplitud de las caderas, pechos generosos, altos y redondos, mucho eran los que la había comparado más de una vez con un reloj de arena, de torneadas piernas largas. Su rostro de fracciones anchas, donde destacaban los altos y marcados pómulos que le daban un toque de belleza exótica, donde los rasgados y profundos ojos dorados de largas y rizadas pestañas rubitas, descendiendo por la graciosita nariz y los carnosos labios de un rojo oscuro, con sus barbillita redondita era lo mas parecido a un ángel que podía uno imaginar, astas con sus simpáticas pequitas sobre la nariz, sin olvidar la majestuosa mata de cabello largo y de ondas grandes donde reflejaba los destellos del mismo sol.

Doblada ante la cuna de sus niños, los besaba para desearles las buenas noches, cuando presintió la presencia de los demonios.

-Dios bendito no dejes que se los lleven ayudadme a poder protegerlos.-Sabia que necesitaba llamar ha los jóvenes caballeros que por jerarquía le había sido ortigado el día en que sus poderes llegaron a su máximo grado de hechicería.

Los ojos de la joven se volvieron de un color dorado total, sin iris, cuando de sus labios salieron la llamada en forma de cántico;”Que mis ojos sean portadores de la presencia de los guardianes, señores de bellas armaduras doradas portadores de las esperanzas, ante mi mis arrogantes, caballeros protectores, vuestra dama os convoca: Sir Galen, señor del fuego y de la unión, Sir Huma el mas bello y encantador, águila de mi reino, Sir Arthur mi fiero, y arrogante caballero negro.”

Un portal se abrió en mitad de la pequeña salita, que hacia las veces de salón, habitación, y cocina. Desde donde empezaron a salir los llamados caballeros, guardianes de la llamada señora del portal intedimensional, la cual tenia el don de poder traer y pasar de una dimensión a otra, lo mismo que de los mundos, o de los lugares, al igual que la llamada Thanisis lo señora de la oscuridad.

Tres magníficos especimenes de sexo masculino, el del medio, el llamado sir Galen era un poco más alto que los otros dos. Media por lo menos dos metros de estatura de donde no se desperdiciaba ni una libra de grasa todo músculo y virilidad, vestía una armadura dorada y con la marca de un sol, desde debajo del yelmo asomaba unos cabellos rojo fuego que se dejaban ver asta los hombro en gruesos mechones. Los rasgos de su rostro era alargados pero no lo suficiente para afearle mas bien lo necesario para que la nariz aguileña encajase a la perfección, junto con los finos labios y los rasgados ojos dorado. El del lado derecho, llamado sir Huma era el más hermoso de ellos, guapo en todo el sentido de la palabra, se podría calificar de bello. Un poco mas bajo que su compañero y un poco mas esbelto, de rostro ovalado y grandes ojos rasgado de un color verde transparente de grande pupilas negra, y largas pestañas, boca de grueso labios sensuales, nariz de trazo perfecto, y una rizada es sedosa mata de cabello rubio, eran un sueño irreal. Vestía una armadura al igual que su compañero dorada donde el símbolo era un águila, y unas alas metálicas de la misma armadura.

Sir Arthur el mas serio y a la vez masculino era el ultimo, de la altura del anterior pero menos perfecto al menos a los cánones de la belleza se escrita pero era el mas masculino de ellos. Era dueño de unos cabellos negros como las alas de un cuervo, brillante y muy espeso que se le ondulaba a la altura del cuello. Los rasgos eran de fracciones anchas y marcadas, donde se podía apreciar la dureza de su carácter. Su mirada era dura y fría como el color indicaba, puesto que era un gris metalizado, boca de labios gruesos pero con el rigor de su seriedad. Toda hembra en peligro lo desearía con ella. (para más de una protección por su puesto). Su armadura al igual que las otras dos era dorada pero el dibujo de un lobo.

-Nos deseabais ver mi señora,- hablo el caballero Galen, -pues aquí estamos, siempre a sus pies, mi hermosa dama para lo que desee mandar.-dios bondadoso si alguna vez pensó que el caballero Huma era el galante y seductor del grupo, con esas palabras había descubierto que no era el único que sabia tratar a una mujer. La mirada del caballero se clavo en su señora para descubrir lo que sus labios ocultaban, sintió su debilidad, la impotencia, que marcaba las fracciones de la joven por el hecho de tener que tomar la decisión mas difícil de toda su vida. Ante los caballeros el rostro de la hechicera cambio del todo, sus fracciones se endurecieron por la determinación que había tomado, se dirigió a sus caballeros;

-Si caballero yo os mande venir asta mi presencia, pero no para que lucharais en mi batalla, si no para que protejáis mi tesoro por mi, quiero que os llevéis a mis bebes de aquí los escondáis de todos, lo mismo vale para los de un bando como para otro. Cuidarlos, protegerlos, y educarlos, asta que ellos mismos sen capaces de cuidarse, y valorar todo el poder que se les otorgue sin que nadie los manipulen. Que crezcan juntos haciéndose una unidad, por que eso mismo será el mayor de sus dones tenerse el uno al otro. Ahora mis caballeros tenéis que partir,-con un ultimo esfuerzo sujetando el escudo, beso a cada uno de sus bebes, mientras sus ojos se llenaron de lagrimas contenidas.- Hasta siempre mis dulces, que dios este siempre con vosotros y la felicidad reine en vuestras vidas, asta siempre mis tesoros.

Sir Arthuz avanzo por la estancia asta situase cerca de la madre y los niños.- No señora de aquí no se marcha nadie asta que no se haga lo que hemos venido hacer.-en los labios del joven caballero asomo una negra sonrisa, helando la sangre de los allí presente.- acabar con esta inmundicia que ensucia la estancia con su sola presencia.-Por arte de magia y a una sola palabra suya su mano se encontraba sujetando una enorme espada.

-Basta caballero, yo os ordeno que refrenéis vuestro ataque, soy tu señora, mis órdenes son obedecidas. Coger a mis niños y marcharos,-el rostro de Ibo se trasformo en una mascara de dolor, - Sir Galen coge a tus caballeros, veros.- la voz de la mujer salio profunda y tan dura como el mismo hielo.- Solo espero que algún día encuentre su camino y su lugar en esta maldita tierra que les tocado nacer. Iros ya.

A la orden de la mujer un portal semejante al que se formo cuando llegaron los tres hombres se abrió por donde cruzaron los tres hombres con su valiosa carga.

-Que dios te asista mis bella señora, y te ayude.- las palabras de sir Huma sonaron desde el portal llenando la estancia con su sonido.

-También con vosotros mi galante caballero.-la puerta de la cabaña fue destruida, de un golpe seco, y la joven se olvido del asta entonces problema que le había nublado la mente, puesto que ese problema estaba mas que solucionado, no podían estar en mejores manos, su tiempo y fuerzas eran para, los espectros que se había atrevido a molestarla en su propia morada.Se acabo el plan de defensa ahora empezaba su nueva faceta de la guerrera, y por dios que lo iba ha disfrutar al máximo.

-Bien demonios del infierno creo que habéis venido a invitarme a una fiesta, y por lo que veo ninguna dama seria capaz de negarse ante tal invitación,- reconoció al jefe el demonio llamado, Angus la mano derecha de la bruja. Era un gigante de dos metros de estatura, de cuerpo rallando con lo huesudo, siempre había sido delgado pero últimamente se habían acentuado más su falta de carnes, de tez pálida y rostro enjuto, ojos muy negros y pelo largo y alvino, le recordaba de cuando había estado con Gwydion, ambos hombre habían sido rivales y compañeros en todo incluso en la rivalidad para con la madre de Gwydion.

-Te veo muy activa mi bella hermana. Tal vez fue esa faceta, la que conquisto al invecil de Gwydion, aunque bien mirado no lo creo, creo que Thanesis llevaba razón le embrujaste, con tu malditos ojos dorados, mierda bruja realmente eres buena,-el comandante de Thanesis, se dio cuenta que la joven mientras conversaba con el estaba formulado otro portal el doble de grande que el primero, de donde manaba una fuerza absorbente que se estaba volviendo un torbellino, y sus dorados ojos trasluciéndose en un liquido que rivalizaba en su color con el jerez mas caro, haciendo honor a su fama de hechicera suprema. El cántico se hizo ritual y del mismo portal fueron saliendo brazos de energía dorada que absorbía a los demonios metiéndolos en el abismo del mas allá. Angus se volvió con los reflejos que habían echo de el, brazo derecho de su reina. Se movió hasta colocarse detrás de Ibo, provocando el descontrol del hechizo y descontrolando el control del portal.

-No sabes lo que as provocado a hacerme perder el control sobre el portal, pero puedo asegurarte maldito demonio que, mis planes para vuestro futuro no es la mitad de lo que sucedera, ja, ja, ja…-la risa de la muchacha provoco en el demonio un escalofrió que jamás pensó que lo pudiera sentir en presencia de la mujer, que un día conquistara a su hermano de armas.

El portal se fue haciendo cada vez más grande y la energía más oscura haciendo el papel de una especie de agujero negro,

-Maldita mujer haz que esto se pare de una maldita vez, antes de que todos seamos tragados hasta a ti misma te absorberá, usa la maldita cabeza y frena este maldito desaguisado.- el sujeto por detrás, para hacer las veces de escudo.

-Es una estupidez gran hombre o demonio… o lo que seas querido –rió- yo no puedo hacerte de escudo porque el portal se ha hecho mas poderoso que mi propia magia, y sabes que es lo que significa eso queridito,-volvió ha sonreír – que en este momento de la situación yo no soy su guardiana, sino un enemigo más. Nunca pensé que mi propia muerte fuera algo tan sumamente bello. Con estas palabras el portal absorbió toda la pequeña cabaña con sus ocupantes.

En el lugar donde hubo un día una cabaña quedo solo el recuerdo, y a lo lejos una sombra de una joven con armadura montando a un enorme semental negro, como negra era en ese momento su semblante, por que a pesar de todos sus intentos había llegado tarde para ayudar a su hermana,- Mierda.- la palabras salieron de su labios como un quejido, al igual que la única lagrima que rodó por su mejilla.

-Perdóname hermanita por no saber interpretar tu llamada, ha tiempo, te he fallado.- otra sombra mucho mas pequeña se reflejo detrás de la guerrera, la sombra de un pequeño ser, que bien podía ser un enano o un niño.- te dije que no me siguieras.

-Lo siento Riannon, no pretendía molestar, solo quería estar contigo sabes que no me gusta la soledad.

La joven observo los ojos tristes de la niña, y supo que tal vez en esos instantes necesitara el consuelo de otra presencia más que nunca en su vida. La culpa era una carga muy pesada, para alguien como ella que jamás en toda su vida se había lamentado de nada, y mucho menos sentido culpable de algo.

-Esta bien, pequeña no pasa nada, no tienes que sentir nada, me alegro que estés aquí. Una sonrisa ilumino el rostro de la niña, llamada Nessa la mujer era la única persona que se molestaba en cuidarla y elogiarla, nadie en su corta vida se había molestado en ella ni para lo bueno ni para lo malo.

Según iba alejándose de allí la mujer se iba haciendo un calculo de cómo dar con sus sobrinos, por que por lo mas sagrado que daría con ellos y cuidaría aunque fuera desde lejos de que nada les sucediera. Por su hermana.



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